Angie Varona es una joven estadounidense que hace seis años fue víctima de sexting, y hoy aún sufre las consecuencias.
Todo empezó en el 2007, cuando tenía 14 años y subió algunas fotos de sí misma, en bikini y ropa interior, a su cuenta privada de PhotoBucket. La idea era que su novio pudiera verlas fácilmente. Lastimosamente, la situación se le salió de las manos cuando alguien hackeó su cuenta, y en vez de mantener privadas sus fotos, las hizo públicas. Las imágenes terminaron siendo vistas por miles de personas y publicadas en sitios de distinto tipo, incluyendo portales de pornografía y pedofilia.
Por esta situación, Angie sufrió de depresión, intentó usar drogas para disminuir su dolor, huyó de su casa e intentó suicidarse en más de una ocasión. También, tuvo que cambiarse de colegio en dos ocasiones, ya que sufría de acoso escolar por parte de sus compañeros y recibía amenazas de desconocidos tanto en su correo electrónico como en su propia casa. Las amenazas llegaron a tal punto, que sus padres se vieron forzados a buscar ayuda en la policía de su ciudad y en el FBI.
Aunque Angie pensó que la situación iba a disminuir con el paso del tiempo, hoy se lamenta que no sea así y se arrepiente de haber subido las fotografías. En Google hay más de 89.000 imágenes suyas, que según ella, no son originales sino montajes que otros han hecho utilizando su cara.
La historia de Angie Varona es una historia cotidiana. Evidencia que cualquiera de nosotros puede ser víctima de hackeo, de sexting, o de otro tipo de delito cibernético. Por eso, es muy importante pensar dos veces antes de compartir información en Internet, ya que no sabemos a manos de quién pueda llegar y no podemos detener su publicación y sus consecuencias.
Todo empezó en el 2007, cuando tenía 14 años y subió algunas fotos de sí misma, en bikini y ropa interior, a su cuenta privada de PhotoBucket. La idea era que su novio pudiera verlas fácilmente. Lastimosamente, la situación se le salió de las manos cuando alguien hackeó su cuenta, y en vez de mantener privadas sus fotos, las hizo públicas. Las imágenes terminaron siendo vistas por miles de personas y publicadas en sitios de distinto tipo, incluyendo portales de pornografía y pedofilia.
Por esta situación, Angie sufrió de depresión, intentó usar drogas para disminuir su dolor, huyó de su casa e intentó suicidarse en más de una ocasión. También, tuvo que cambiarse de colegio en dos ocasiones, ya que sufría de acoso escolar por parte de sus compañeros y recibía amenazas de desconocidos tanto en su correo electrónico como en su propia casa. Las amenazas llegaron a tal punto, que sus padres se vieron forzados a buscar ayuda en la policía de su ciudad y en el FBI.
Aunque Angie pensó que la situación iba a disminuir con el paso del tiempo, hoy se lamenta que no sea así y se arrepiente de haber subido las fotografías. En Google hay más de 89.000 imágenes suyas, que según ella, no son originales sino montajes que otros han hecho utilizando su cara.
La historia de Angie Varona es una historia cotidiana. Evidencia que cualquiera de nosotros puede ser víctima de hackeo, de sexting, o de otro tipo de delito cibernético. Por eso, es muy importante pensar dos veces antes de compartir información en Internet, ya que no sabemos a manos de quién pueda llegar y no podemos detener su publicación y sus consecuencias.
http://www.contextotucuman.com
2 comentarios:
La verdad es que es una verdadera lotería, porque de la misma forma puede suceder con las fotos aparecidas en periódicos o cualquier otra publicación, debería estar muy perseguido
Salud
Não sei se os seios da Angie Varona são verdadeiros ou são falsos.
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