EL CONSOLADOR

Entró la madre de la adolescente a la habitación de ésta y encontró sobre la cama un consolador de baterías, treinta centimetros pulgadas de largo, acrílico azul semi-transparente, cabeza ancha y suspensión reforzada. Angustiada la madre decide, después de mucho pensarlo, enfrentar directamente el tema con su hija.

Cuando ésta llega del colegio le dice: "Hija, quiero que hablemos de esto. ¿Puedes explicarme qué significa?"

"Fácil -dice ella- Tu me has enseñado que debo tener una sexualidad responsable y por lo mismo he decidido dar satisfacción a mi calentura y alboroto hormonal con este consolador que no me contagia de SIDA, no me embaraza, no me regaña, no me grita y ni me pone los cuernos."

La madre la mira seriamente, pensando en su interior. Le parece muy lógica y razonable la explicación y decide dejarla seguir con su consolador.

Días después la hija llega del colegio y al entrar en el salón ve a su madre con un vaso de whisky en una mano y con el consolador en la otra.

La hija la mira aterrada y le exclama: "¡Mamá!, ¿qué haces con Andrew?".

La madre que ya está medio borracha, la mira a los ojos y tranquilamente le dice: "¿Qué, acaso no puedo echarme unos traguitos con mi yerno?